jueves, 11 de febrero de 2010

Ahogándonos en mentiras

Torrentes de lluvia y aguas negras pasaron por algunos estados de la República mexicana, la madre tierra y la negligencia de las autoridades de los municipios y entidades afectadas causó estragos y destrucción, amenazando la vida de personas inocentes, causando la muerte de muchas de ellas.
Meses atrás el gobierno ya sabía que algo así pasaría, no lo previno, no avisó, se rompió el muro de contención del canal de la compañía en Chalco, y ahora qué hará Enrique Peña Nieto para solucionar la problemática que sus funcionarios ineptos propiciaron, a ver si se pone las pilas, con eso de que quiere llegar a las elecciones presidenciales de 2012.
El lodo putrefacto aún huele, las manos y los ojos arden, cada quien tenía que limpiar y desechar lo poco que tenía, lo poco que quedó.
Dicen que van 27, 28, 29, 30 muertos en el estado de Michoacán, el número crece, los desaparecidos andan por ahí en algún lugar del desastre, nadie declara nada, nadie del gobierno se pone en el papel de los afectados, mientras los 500 diputados de la Cámara se quedan ahí en sus butacas esperando a que las respuestas lleguen solas.
No cabe duda, que los grandes desastres ocurridos en este país son sólo un ejemplo de lo que amenaza la vida de los habitantes de las urbes. Y si tenemos gobernantes incapaces de solucionar las consecuencias de estos fenómenos naturales, que podemos esperar la población en general, sólo nos queda pedirle a Dios que nos ampare, y quizá los mexicanos tengamos que abrir los ojos y para las próximas elecciones presidenciales seamos capaces de elegir un gobernante con la sensibilidad política y social suficiente para defender a un pueblo que ha sido tratado con la total indiferencia.

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