Colma mi ansiedad, se mezcla con un poco de alcohol, a veces con
una infusión de hierbas cítricas o canela, pero nunca falta el cigarro que
continuamente lo acompaña, que ordena mi cabeza, tranquiliza mis emociones, y
ayuda a relajar mi cuerpo sonámbulo y confundido.
Mis pulmones se callan, pero que forma de callarse, el olor a grano
quemado e incienso amargo se esparcen por el aire frío y turbio que ante la
hostil noche me abrazan.
Nunca falta la porción de nicotina que provoca caos y adrenalina a
mis sentidos, nunca falta la taza de café, que estimula mis ideas, empapándome
entre postres y manteles.