Camina por los recovecos de su ciudad, su mente se detiene, su mirada se paraliza, cada movimiento le recuerda a esa persona con la que siempre sueña.
Qué me pasa, se preguntó cada vez más, por qué me comportó así,
ella misma se asusta.
- No soy de otro mundo, sólo soy alguien confundida, a quien le
gusta soñar e imaginar locuras.
- No era una puta, sólo sigo enamorada,
- No estoy loca, sólo hago algunos cambios, como cualquier
persona, aunque me vaya a los extremos.
Estas palabras son de Malory, una mujer soñadora, e idealista,
aunque un poco insegura.
Tiene una mirada inquietante, sus labios rojos como las fresas de
los campos más bellos de los alrededores, su voz es turbadora. Ella te puede
decir cualquier cosa aunque no tenga una relación, te saca del tema para
atraparte en su mundo, y no en el mundo triste y voluble de las personas; tiene
los cabellos negros como la oscura noche, y las manos más seductoras y frágiles
como las de una muñeca de porcelana.
Observa cada detalle con un estupor que a cualquiera lo sacaría de
la razón, tiene un ímpetu que arroyaría al más frío de los hombres.
Realmente su mente está desordenada, Malory se olvida de las cosas
importantes; Malory come una galleta, a la cual recordará toda la vida, porque
lo más irrelevante la mantiene viva.
Tiene la edad en que cualquier mujer se sentiría como una niña,
joven, exquisita, protegida, suculenta, tiene 18 años y esta enamorada.
El amor la ciega de las cosas importantes, ve cualquier cosa y se
sorprende, hace su propia tertulia de placeres exorbitantes.
Lo ve se paraliza, lo toca se calla, lo besa sonríe.
No es el amor lo que la pervierte, es la soledad que tiene, de no
poder estar con su amado. No es locura lo que maneja, es la agonía, de no poder
atraparlo como a un pez en la pecera más pequeña.
Trepa un árbol, les avienta pan a los pájaros, los fotografía con
sus ojos brillantes y llenos de melancolía.
Se encierra en su habitación, duerme porque sabe que así es la
única forma de poder verlo, de estar con él, a su lado, sintiendo su
respiración, duerme y sueña porque sabe que es la cura para su agonía, no
quiere despertar, no quiere comer, no quiere llorar, no quiere caminar, no
quiere gritar, descansa bajo los brazos inmensos de sus recuerdos.
Las escenas son diferentes habitaciones, y sólo hay dos
personajes, Malory y su imaginación, sí se puede llamar a eso como alguien o
algo.
Malory está en su cama, bajo esas sábanas rojas de seda, sobre
todos esos cojines que tienen un significado, sus cabellos caen sobre sus
hombros, y sus pies están de puntillas, duerme con una sonrisa serena porque
debe estar soñando con él.
Se despierta en la mañana, se sienta, recupera el aliento, y se
queda fijamente observando la pared de su cuarto, pasan cinco minutos y se pone
de pie, se dirige al tocador y se ve en el espejo, se cepilla el cabello y
suspira al instante, se prepara para no sentir el tiempo, dirigiéndose a la
rutina de cada día, está como un zombi, flotando entre lo vivo, regresa a casa,
se mete a la cama y vive muriendo, soñando con todo lo que ama, con todo lo que
le sorprende, con las cosas tristes de su pasado que le hacen sentir dolor y
mantenerla despierta.Malory
quiere fallecer de sueño, para poder estar con él, aquel hombre adusto que
quiere a Malory a su forma.
La muerte los une, el dolor los atrapa, vuelan sobre esas colinas
delirantes por aquel olor de azufre, conectan sus cuerpos pero sólo en los sueños,
porque él ya esta muerto y ella lo sigue.