También opina
que Clara actúa como niña, que es extraño su comportamiento. Creé que es
maravilloso que de su mirada aún se desprendan chispas de inocencia, de
sorpresa, de duda.
Por su parte,
Clara lo ve tan atenta, en silencio, sus pies forman pequeños espirales en el
suelo.
Dime algo Clara,
lo que sea, en qué estás pensando.
Clara contesta,
pienso en los vitrales de esa casa, sabes Daniel quiero vitrales en mi
habitación, quiero despertar cada mañana y ver como atraviesa la luz por ese
cristal de color.
Daniel dice, eso
suena bien, dime algo más.
Y Clara
responde, no sé qué es lo que intentas, pero no puedo pensar más que en ese
vitral.
Di algo que tu
cabeza grite todo el tiempo en voz baja.
Clara responde,
algo como, no quiero pensar en otra cosa que no sea ese vidrio de cristal.
No te enojes,
sólo tengo curiosidad, quiero saber qué te preocupa, o qué pasa por tu mente
cuando te quedas tan callada y pensativa, viendo solo el vacío.
No me enojo,
contesta Clara, creo que es absurdo que obligues a mi mente a decir algo que
por ahora no quiere decir, ahora estoy pensando en que crees que estoy enojada,
lo ve fijamente y se ríe.
Sorprendido,
Daniel afirma: cómo es qué haces eso.
¿Qué?
Sí, cómo es qué
sólo piensas en lo que vives en este momento, y no piensas en lo que podría
pasar o lo que ya paso.
Es fácil Daniel,
al frente de ti siempre habrá algo que podrás observar en toda magnitud,
siempre habrá algo que te dejará imaginando, así es como puedes crear e
ilustrar tu cabeza, tus miedos, si es que los tienes, ilustrar tus triunfos,
tus memorias, piensa en ahora y solo ahora, que lo que fue ya quedo por ahí,
tal vez en otra dimensión.
Hace mucho que
no medito, sabes, creo que cuando era niño pensaba así, y meditaba todo el
tiempo, maldita voz en mi cabeza cuándo desaparecerá…