¿Desde cuándo el sexo se convirtió en un tema
tabú, de cuidado, y censurado en las sociedades?
Si bien desde que el ser humano cubrió su
desnudes, la sexualidad adquirió un carácter secreto y las consecuentes
variaciones de las religiones que encontraron en el sexo un pecado e incluso de
racionalistas que lo observaron como un acto animal y salvaje, de acuerdo al
autor es probable que hasta el siglo XVIII en la época victoriana en el Reino
Unido, el cambio del discurso social en relación al sexo haya encontrado su
verdadera utilidad.
La época victoriana significó un cambio
sustancial en el estilo de vida del Reino Unido. Durante este periodo este país
cambió su estilo de vida de ofrecer a su sociedad una economía precaria basada
en actividades agrarias y rurales a industrializarse y convertirse en aquella
época en uno de los países más avanzados e innovadores del mundo. Desde ese
momento podemos ubicar el inicio de la utilidad del sexo para el Estado. Sistemas
de producción, comunicación, transporte, y distribución, además del paulatino
mejoramiento histórico en ciencia como la medicina, provocaron el surgimiento
de una nueva clase social, como lo es la burguesía, y modificaron las
proyecciones del promedio de vida de sus habitantes.
Esto significó un aumento en la población, la
disminución de mano de obra necesaria y con ello la necesidad de controlar el
índice de natalidad. La población se convirtió en un nuevo problema a resolver.
Los diferentes discursos del sexo tomaron un
vínculo con la biología, la psiquiatría, la moral, la pedagogía y la crítica
política.
Pese a que el sexo es un secreto y tabú para
nuestras sociedades, y posiblemente lo es así, a propósito, también es un tema
de recurrente discusión y escrutinio público. El sexo es un tema muy escuchado,
citado y estudiado.
Al sexo se le ataca o estudia para construir
el discurso social moderno en torno a él, desde tres principales perspectivas
que la sociedad ha asumido y aceptado con el paso del tiempo:
Legalidad: Al sexo se le
ha convertido en un crimen ¿Qué comportamientos debemos considerar normales o
legales? y ¿Cuáles anómalos o perversos?
La infidelidad, la preferencia sexual, todas
aquellas inclinaciones que fueron consideradas ajenas a un estándar social
fueron acusadas por las leyes.
Religión: Desde la
moral, las reglas religiosas, reforzaron ideales en torno a la sexualidad, los
impulsos pasionales, los deseos que salían de las convenciones religiosas
fueron señalados como pecados.
Psicológica: Los comportamientos
sexuales que salían del secreto y de la relación de pareja, fueron acusados
como consecuencia de desórdenes y deficiencias mentales. El sexo fuera de las
“reglas” era una perversión y un desorden mental.
La medicina ha contribuido a modificar el
entendimiento del instinto sexual y con ello más que prohibirlo ha clasificado
en correctos e incorrectos algunos ejercicios sexuales.
Algunos de los ejemplos son los siguientes:
El impulso sexual infantil: Al infante se le mitifica su sexualidad y su búsqueda de placer genital
como algo antinatural.
El onanismo y en algunos casos también el
incesto practicado en el seno familiar en muchas ocasiones por integrantes de
aun no en edad adulta, se han buscado reducir mediante la mitificación de la
sexualidad infantil.
La homosexualidad: Fue
considerada como sodomía y toda práctica sexual ajena a la dualidad de sexos
fue señalada durante mucho tiempo como una aberración antinatural.
Sexualidad “anormal”: Ya sea porque se practica sin fines reproductivos o por gustos
particulares que salen de una relación dual hombre-mujer, cualquier práctica y
búsqueda de placer sexual fuera de este canon es analizada por la psicología,
pedagogía y medicina, y criticado desde ese aspecto.
La sexualidad y la familia: La sociedad redujo la sexualidad normal a lo que ocurría en el cuarto de
los cónyuges, una familia estaba constituida por integrantes de los cuales el
único espacio en el que existía una sexualidad aunque secreta era el cuarto de
los padres, toda sexualidad fuera de esta norma y regla aunque no dejó de existir
debió ocultarse.
No existía un discurso racional del sexo en
el siglo XIX, solo se pretendía esconder e ignorar, no era solo una cuestión de
sensación, de placer o de ley, también de verdad y de falsedad, que la verdad
del sexo se ocultara y que un grupo específico tuviera acceso a ello.
Existía una censura del sexo entre la misma
sociedad, pero hacía terceros en la iglesia era obligatoria la confesión, eran
juzgados para poder ser liberados de sus pecados, y que otros fueran reprimidos
y castigados, sin saber siquiera la verdadera realidad del sexo.
La educación sexual era limitada, por primera
vez, la confesión fue una solicitud para poder oír sobre los placeres
individuales.
Los placeres del sexo se diseminaron por
medio de la medicina, la psiquiatría y también la pedagogía, se solidificaron,
era el momento en que los placeres más singulares eran llamados a formular
sobre sí mismos un discurso verídico que ya no hablaba del pecado y de la
salvación, de la muerte y de la eternidad, sino del cuerpo y de la vida con un
discurso fundamentado en la ciencia y la confesión.
Fue entonces la confesión un procedimiento, que
se volvió un campo de observación científicamente aceptable, se dividieron los
comportamientos normales de los patológicos, como los instintos, las inclinaciones,
los placeres, y la conducta, donde intervenían los médicos y comenzaron a
diagnosticar y curar, porque la verdad sana si se dice a tiempo.
Focault además, sustenta la realización de su
investigación en temas puntuales de los cuales busca dimensionar relaciones,
percepciones o el funcionamiento social de occidente en torno a lo que rodea al
sexo y sus relaciones con el poder.
Relación con el sexo.- El poder no puede
dominar al sexo, sólo puede prohibirlo, señalarlo o estigmatizarlo.
La instancia de la regla.- La ley otorga al
sexo un orden que lo clasifica y divide, lo que es legal e ilegal.
El ciclo de lo prohibido.- El sexo sufre un
número de penalizaciones que lo prohíben y lo convierten en secreto.
La lógica de la censura.- Todo aquello
prohibido mantiene una interacción con los actos y consecuencias que se
convienen a modo que sirven como un sistema que se sostiene. La censura
contiene tres formas: afirmar que eso no está permitido, impedir que sea dicho
y negar su existencia.
La unidad de dispositivo.-El poder sobre el
sexo no respetaría jerarquías, todos los estratos sociales, niveles y cargos,
edades, ocupaciones y latitudes estarían sujetos a su reglamentación.
Posteriormente se busca comprender aquello
que quiere decir poder: el poder para el autor es el conjunto de relaciones.
Desde este punto debe comprenderse que el poder no se adquiere ni se conserva,
sólo se ejerce desde diversos puntos.
El dominio del sexo se constituye a través de
dispositivos estratégicos de saber y poder que se impregnaron socialmente para
constituir una mítica respecto a temas puntuales en relación al sexo:
Histerización del cuerpo de la mujer: se
considera a partir de la función de la mujer por su naturaleza fecunda y su rol
impuesto en el mundo. Es madre, al ser proclive a reproducir en su cuerpo
adquiere una sexualización obvia e innegable.
No sabemos si a partir de este momento en
muchas de las civilizaciones aunque no en todas la figura de la mujer comenzó a
aparecer como un ente débil e inferior al de varón, percepción que es
obviamente un error que implica muchas denigraciones sociales y que
paulatinamente se han comenzado a emancipar.
Pedagogización del sexo del niño: Se refiere
a la ya mencionada mitificación de la sexualidad del niño a partir de la moral
social. El niño no debe buscar placer ni tener prácticas sexuales por
cuestiones naturales, pero también por uso social que lo recrimina más allá de
la ilegalidad, como algo atípico que no debe suceder.
Si bien a los infantes se les debe proteger
con derechos que cubran su integridad humana y su edad sexual real, mantener el
sexo como un tabú y algo prohibido solo los hace ignorar un aspecto inseparable
de su naturaleza humana y que no implica ningún aspecto que los aleje de vivir
su infancia como tal.
Socialización de las conductas procreadoras:
Se refiere al control de la naturaleza reproductiva de la pareja para adecuarla
a las necesidades de la sociedad en la que vive (procrear o dejar de procrear).
Esto se refiere al control demográfico en el
que el número poblacional debe ser controlado.
Psiquiatrización del placer perverso: Todos
aquellos señalados como anómalos o perversos por sus prácticas sexuales pueden
considerarse también factores al mismo tiempo de estudio y control de la
sexualización de los sujetos sociales dominados mediante el sexo.
En este punto podemos pensar en cómo a través
de la historia, algunas perversiones socialmente rechazadas dejaron de serlo
por la reciente apertura al sexo o por la saturación de la sexualización de las
actividades humanas.
En el siglo XVII surgieron muchas de las
valoraciones retrógradas en torno al sexo como los matrimonios religiosos, la
decencia social y la victimización de los placeres homosexuales por ejemplo.
En el siglo XVIII la tecnología sirvió a la
vigilancia de la sexualidad auxiliado por tres ejes principales: la pedagogía
que observaba la sexualidad infantil, la medicina que señaló a la mujer, su
sexualidad y el cuerpo de la mujer fecundo como un factor mitificado y la
demografía que buscó controlar o incentivar –según fuese necesario- el índice
de natalidad de la sociedad pues la cantidad de hombres tras la
industrialización ya no fue considerado un valor para la sociedad.
Durante el siglo XIX innovaciones como la
teoría de la degeneración que mencionaba que la genética de diversas cuestiones
como la homosexualidad y enfermedades (entonces consideradas como tales)
psicológicas y sociales incitaban la procreación de padres con estas
características a perversos sexuales, sustentaron esta especie de control y
dominio mediante la sexualidad.
Ya en el siglo XX esto cambió en mucho: la
homosexualidad y muchas de las preferencias dejaron de ser señaladas aunque
otras continuaron siendo factores para recriminar y someter mediante aparatos
diversos la sexualidad de la sociedad.
Los textos nos invitan a reflexionar sobre
cómo la dominación social utilizó un aspecto natural e inseparable del ser humano
para ejercer su dominio sobre las personas cuando la sexualidad se convirtió en
un asunto de Estado y dejó de competer únicamente al área del puritarismo
religioso.
¿Cómo someter y ejercer un poder sobre la
sociedad utilizando un instinto natural? La respuesta se encontró en diversos
mecanismos que se fueron modificando a lo largo de la historia que justificaron
bajo diversos criterios ya descritos en los textos variantes de la sexualidad
que si bien no prohibían su diversificación, si adquirieron tres valores para
ser respetados y obedecidos, la ley, la moral y el control natal.
¿Pese a la apertura de este nuevo siglo hacía
la sexualidad, el sexo nos sigue controlando? La diversificación de los
estratos sociales ha provocado que muchas de las herramientas de control de la
sexualidad sigan funcionando en varias partes del mundo, sobre todo en aquellas
regiones más pobres. La globalización y el capitalismo causaron con el paso de
los siglos que la diferenciación entre las clases sociales e incluso entre los
estilos de vida del mundo entero fuesen cada vez más obvios y marcados.
En los lugares mas avanzados social,
ideológica y científicamente la homosexualidad, la normalización y aceptación
de que pese a su anatomía los infantes tienen una sexualidad aunque no ejercida
como los adultos, han sido algunos de los cambios sustanciales que dejaron de
optar como una censura social, el sexo aun es significado de poder.
La publicidad, la erotización del consumo que
rige la vida de las sociedades capitalistas como en la que vivimos aun utiliza
nuestro impulso primitivo sexual para controlarnos y ahora también para
controlar nuestra atención.
Si antes el sexo frenaba, alejaba y era motivo
de repulsión en la sociedad, ahora se convirtió en un valor de captación de atención.
¿Qué provocó que el ser humano se convirtiera
en un número preocupante para el Estado?, el índice de natalidad que debió de
ser controlado cuando el número dejó de ser un valor para la sociedad. Entonces
la humanidad perdió incluso la libertad de elegir su número de reproducción,
aunque esto fue necesario por todos los cambios que modificaron su estilo y
proyección de vida.
También menciona que el derecho a
la vida y a la muerte ya no es un privilegio: está condicionado por el poder,
el cual asume la función de administrar la vida, eran los soberanos los que
tenían derechos sobre los bienes y servicios pero también sobre la vida.
Las guerras y matanzas llegan a ser vitales en el siglo XIX, se
convierte en estrategia el matar para poder vivir, se matan legítimamente a
quienes significan para los demás una especie de peligro biológico.
El poder invade la vida, estudia la natalidad, longevidad, salud
pública, vivienda, migración, analizan diversas técnicas para obtener el
control de los cuerpos y de las poblaciones.
Inicia la era del bio-poder, que fue importante para desarrollar el
capitalismo, se ajusta el número de hombres y la del capital, la articulación
entre el crecimiento de los grupos humanos y la expansión de las fuerzas
productivas para obtener ganancias.
Entonces el poder valora más a la vida, con ella adquiere fuerza, aumenta
el trabajo y por lo tanto la productividad, crecen los recursos más rápido y
con ello el crecimiento demográfico, lo biológico se ve relacionado con lo
político. La muerte deja de agredir a la vida.
El sexo es parte de la vida, de la supervivencia de la especie, y por
lo tanto es cuidadosamente regulada, se
persiguen y se castigan las conductas inadecuadas y perversas por poner en
peligro las regulaciones de los gobiernos.
Hubo una represión sexual, Foucault planteó que fue la propia sociedad la que creó la
homosexualdad, al categorizarla y darle un valor, fue construida y limitada por
la misma sociedad, y no nació en la antigua Grecia, la construcción social
aparece en la época moderna. Los homosexuales llegan a ser considerados como
una especie. Entonces, la homosexualidad –no la práctica, el término que lo
define y segrega- es producto de una construcción social que busca gobernar y
catalogar el instinto natural del hombre, gran ejemplo de abarcar todas sus
variantes.
El autor habla sobre el discurso psiquiátrico, sobre el dispositivo del
poder y sobre las tecnologías y prácticas que el ser humano tiene sobre su
propio cuerpo y alma.
Parece interesante analizar los mecanismos que justificaron el uso de la
sexualidad para diversos fines a lo largo de la historia, ¿Cuál uso tuvo en sus
primeras aproximaciones cuando la iglesia lo utilizó como un aparato de
control? ¿Cuál fue el punto focal en el que la natalidad debió ser controlada?
Y quizá la pregunta más importante ¿Cuándo el sexo sin perder el misticismo
creado y construido durante siglos se convirtió en un negocio rentable?
La liberación del sexo en el siglo XX provocó que mediante el morbo ese
que buscó evitarse a toda costa durante siglos y ayudó a controlarse en primera
instancia el instinto y naturaleza que buscan el placer en la sociedad humana y
después auxiliaran demográficamente a las finanzas mundiales no han dejado pese
a todo de ser tabú.
Quizá en el siglo XVII un aparato comercial como el de la pornografía
hubiese sido inconcebible, también el apoyo a movimientos de liberación sexual,
Lésbico, Gay, Transexual, Bisexual, Transgénero, e Intersexual, habrían sido
escandalosos y quizá el fin de una marca. Pensemos a los motivos que llevan a
las marcas en la actualidad a apoyar a estos grupos, en la historia de la
humanidad los temas relacionados al sexo han sido pensados con detenimiento y
nunca han dado un paso por mero instinto o necesidad.
Incluso la iglesia católica en la actualidad ha comenzado ha mostrar
apertura hacía los grupos con preferencias sexuales distintas.
Desafortunadamente lo más probable es que todos estos cambios que en
apariencia son revolucionarios e incluyentes solo sean fruto de estudios de
mercado bien sustentados y que al igual que en la historia el sexo en nuestros
días tenga tan solo una nueva función: Vendernos
un producto.
Mediante el sexo se reduce la naturaleza humana, quizá un buen tema a
reflexionar es si parte importante y concluyente del alcance del control de
masas, está en la capacidad de domar sus instintos animales relacionados con la
búsqueda del placer sexual.
Reducir al ser humano en un ente que aunque no deja
de ser animal se encuentra condicionado por algo más fuerte e intangible que
los impulsos eléctricos del condicionamiento animal, por lo social. La religión
que recrimina al sujeto, la medicina que redimensiona a uno de los sexos y le
adhiere valores que sustentan quizá la dominancia varonil. La certeza de que
para el Estado el individuo no existe y se convierte en un número activo que si
crece o decrece de forma desmedida resulta afectado.
Muestra del nuevo uso económico de la sexualidad se
dio el pasado 28 de junio en el marco de las celebración del Día internacional
del orgullo LGBTI en el que muchas marcas se unieron al festejo ya sea
regalando cosas a los que marcharon o incluso con gestos tan simples y
sencillos como modificando sus imágenes en las redes oficiales de sus empresas.
¿Ha dejado de existir el espanto respecto a la
homosexualidad en nuestra época?
El orden social ha dejado a decisión del individuo su
postura respecto a la homosexualidad con apoyos como la legalización del
matrimonio gay (que no afecta incrementando el índice de natalidad de la
población).
Incluso la iglesia ha comenzado a tener acercamientos
con el tema de la homosexualidad y todo esto en función obedece más a la necesidad
económica que a un ejercicio de tolerancia en plenitud y forma.
Foucault nos habla acertadamente sobre
temas relacionados con la sexualidad y el poder, y las preferencias sexuales
como la homosexualidad con una certeza abrumadora pese al paso del tiempo,
aunque no ahonda en este carácter publicitario que menciono en este texto.
Quizá el logro principal para el poder entorno al
sexo reside sobre todo en la construcción del hombre como un ente que coexiste
con los demás y que pese a que en su naturaleza animal esta la necesidad del
sexo, llegue a ser considerado en un momento como un ejercicio ya sea
reproductivo o de placer, como un favor, secreto, o hasta un permiso que las
reglas sociales le otorgan, aunque el sexo sea una necesidad de la mayor parte
de los entes vivos del planeta Tierra.
En conclusión los textos de Foucault enuncian
acertadamente las reglas sociales que han ajustado la historia de la sexualidad
en gran parte del mundo.
Al gobernar el sexo, gobernamos el instinto
de la humanidad y además vendemos la idea de que la sociedad tiene razón y derecho
a mediar nuestra naturaleza.
Del texto comparto la asertividad con la que
señala cada tiempo o época y la constricción que llevó al enajenamiento actual
en el que el morbo por hacer cada vez más disponible el secreto del sexo creó
la nueva forma de abordar la sexualidad en ese constructo publicitario que nos
invade prácticamente sin restricciones todos los días en todos los medios de
comunicación.
En lo personal la lectura de estos textos me
hizo pensar que la supuesta aceptación de la diversidad sexual que observamos
en nuestro entorno diario no es más que una táctica que se aprovecha de una
nueva forma –la de la saturación- de percibir y encontrar al sexo en nuestra
realidad tan solo con una nueva función.
La revisión de la historia puede en muchas
ocasiones ser un reflejo y espejo de nuestro presente y futuro, sin embargo
prácticamente podemos estar seguros de que el sexo no perderá valor ni dejará
de ser una herramienta de usos sociales diversos que quizá hoy en día
ignoramos. Porque no dejaremos de pensar en sexo mientras nos produzca placer y
lo necesitemos para reproducirnos.
Somos seres
sexuales y mientras nuestra realidad se mantenga en ese camino el control y
comprensión de este tema en el ideal de poder estaremos dominados desde nuestra
base existencial. Si bien, el sexo no es lo único que nos define, si es un tema
reiterativo que nos provoca curiosidad y lo seguirá haciendo indefinidamente.
Finalmente comprendo la posición del autor desde
su naturaleza y tiempo, siendo él homosexual debió de ser muy relevante en su
vida el posible rechazo que el constructo social generó en torno de su
naturaleza y preferencias sexuales.
Así como la sociedad creó el concepto de
homosexualidad, la supuesta apertura moderna ha creado nuevos términos tan solo
para catalogar a todo lo definible en torno al sexo.