miércoles, 2 de marzo de 2016

El sexo y su censura

En el texto Historia de la sexualidad, la voluntad del saber, de Michel Foucault, el autor analiza uno de los temas más relevantes de la historia para las sociedades, sus efectos, su percepción y entendimiento: el sexo.

¿Desde cuándo el sexo se convirtió en un tema tabú, de cuidado, y censurado en las sociedades?

Si bien desde que el ser humano cubrió su desnudes, la sexualidad adquirió un carácter secreto y las consecuentes variaciones de las religiones que encontraron en el sexo un pecado e incluso de racionalistas que lo observaron como un acto animal y salvaje, de acuerdo al autor es probable que hasta el siglo XVIII en la época victoriana en el Reino Unido, el cambio del discurso social en relación al sexo haya encontrado su verdadera utilidad.


La época victoriana significó un cambio sustancial en el estilo de vida del Reino Unido. Durante este periodo este país cambió su estilo de vida de ofrecer a su sociedad una economía precaria basada en actividades agrarias y rurales a industrializarse y convertirse en aquella época en uno de los países más avanzados e innovadores del mundo. Desde ese momento podemos ubicar el inicio de la utilidad del sexo para el Estado. Sistemas de producción, comunicación, transporte, y distribución, además del paulatino mejoramiento histórico en ciencia como la medicina, provocaron el surgimiento de una nueva clase social, como lo es la burguesía, y modificaron las proyecciones del promedio de vida de sus habitantes.

Esto significó un aumento en la población, la disminución de mano de obra necesaria y con ello la necesidad de controlar el índice de natalidad. La población se convirtió en un nuevo problema a resolver.

Los diferentes discursos del sexo tomaron un vínculo con la biología, la psiquiatría, la moral, la pedagogía y la crítica política.

Pese a que el sexo es un secreto y tabú para nuestras sociedades, y posiblemente lo es así, a propósito, también es un tema de recurrente discusión y escrutinio público. El sexo es un tema muy escuchado, citado y estudiado.

Al sexo se le ataca o estudia para construir el discurso social moderno en torno a él, desde tres principales perspectivas que la sociedad ha asumido y aceptado con el paso del tiempo:

Legalidad: Al sexo se le ha convertido en un crimen ¿Qué comportamientos debemos considerar normales o legales? y ¿Cuáles anómalos o perversos?

La infidelidad, la preferencia sexual, todas aquellas inclinaciones que fueron consideradas ajenas a un estándar social fueron acusadas por las leyes.

Religión: Desde la moral, las reglas religiosas, reforzaron ideales en torno a la sexualidad, los impulsos pasionales, los deseos que salían de las convenciones religiosas fueron señalados como pecados.

Psicológica: Los comportamientos sexuales que salían del secreto y de la relación de pareja, fueron acusados como consecuencia de desórdenes y deficiencias mentales. El sexo fuera de las “reglas” era una perversión y un desorden mental.

La medicina ha contribuido a modificar el entendimiento del instinto sexual y con ello más que prohibirlo ha clasificado en correctos e incorrectos algunos ejercicios sexuales.

Algunos de los ejemplos son los siguientes:

El impulso sexual infantil: Al infante se le mitifica su sexualidad y su búsqueda de placer genital como algo antinatural.

El onanismo y en algunos casos también el incesto practicado en el seno familiar en muchas ocasiones por integrantes de aun no en edad adulta, se han buscado reducir mediante la mitificación de la sexualidad infantil.

La homosexualidad: Fue considerada como sodomía y toda práctica sexual ajena a la dualidad de sexos fue señalada durante mucho tiempo como una aberración antinatural.

Sexualidad “anormal”: Ya sea porque se practica sin fines reproductivos o por gustos particulares que salen de una relación dual hombre-mujer, cualquier práctica y búsqueda de placer sexual fuera de este canon es analizada por la psicología, pedagogía y medicina, y criticado desde ese aspecto.

La sexualidad y la familia: La sociedad redujo la sexualidad normal a lo que ocurría en el cuarto de los cónyuges, una familia estaba constituida por integrantes de los cuales el único espacio en el que existía una sexualidad aunque secreta era el cuarto de los padres, toda sexualidad fuera de esta norma y regla aunque no dejó de existir debió ocultarse.

No existía un discurso racional del sexo en el siglo XIX, solo se pretendía esconder e ignorar, no era solo una cuestión de sensación, de placer o de ley, también de verdad y de falsedad, que la verdad del sexo se ocultara y que un grupo específico tuviera acceso a ello.

Existía una censura del sexo entre la misma sociedad, pero hacía terceros en la iglesia era obligatoria la confesión, eran juzgados para poder ser liberados de sus pecados, y que otros fueran reprimidos y castigados, sin saber siquiera la verdadera realidad del sexo.

La educación sexual era limitada, por primera vez, la confesión fue una solicitud para poder oír sobre los placeres individuales.

Los placeres del sexo se diseminaron por medio de la medicina, la psiquiatría y también la pedagogía, se solidificaron, era el momento en que los placeres más singulares eran llamados a formular sobre sí mismos un discurso verídico que ya no hablaba del pecado y de la salvación, de la muerte y de la eternidad, sino del cuerpo y de la vida con un discurso fundamentado en la ciencia y la confesión.

Fue entonces la confesión un procedimiento, que se volvió un campo de observación científicamente aceptable, se dividieron los comportamientos normales de los patológicos, como los instintos, las inclinaciones, los placeres, y la conducta, donde intervenían los médicos y comenzaron a diagnosticar y curar, porque la verdad sana si se dice a tiempo.

Focault además, sustenta la realización de su investigación en temas puntuales de los cuales busca dimensionar relaciones, percepciones o el funcionamiento social de occidente en torno a lo que rodea al sexo y sus relaciones con el poder.

Relación con el sexo.- El poder no puede dominar al sexo, sólo puede prohibirlo, señalarlo o estigmatizarlo.

La instancia de la regla.- La ley otorga al sexo un orden que lo clasifica y divide, lo que es legal e ilegal.

El ciclo de lo prohibido.- El sexo sufre un número de penalizaciones que lo prohíben y lo convierten en secreto.

La lógica de la censura.- Todo aquello prohibido mantiene una interacción con los actos y consecuencias que se convienen a modo que sirven como un sistema que se sostiene. La censura contiene tres formas: afirmar que eso no está permitido, impedir que sea dicho y negar su existencia.

La unidad de dispositivo.-El poder sobre el sexo no respetaría jerarquías, todos los estratos sociales, niveles y cargos, edades, ocupaciones y latitudes estarían sujetos a su reglamentación.

Posteriormente se busca comprender aquello que quiere decir poder: el poder para el autor es el conjunto de relaciones. Desde este punto debe comprenderse que el poder no se adquiere ni se conserva, sólo se ejerce desde diversos puntos.

El dominio del sexo se constituye a través de dispositivos estratégicos de saber y poder que se impregnaron socialmente para constituir una mítica respecto a temas puntuales en relación al sexo:

Histerización del cuerpo de la mujer: se considera a partir de la función de la mujer por su naturaleza fecunda y su rol impuesto en el mundo. Es madre, al ser proclive a reproducir en su cuerpo adquiere una sexualización obvia e innegable.

No sabemos si a partir de este momento en muchas de las civilizaciones aunque no en todas la figura de la mujer comenzó a aparecer como un ente débil e inferior al de varón, percepción que es obviamente un error que implica muchas denigraciones sociales y que paulatinamente se han comenzado a emancipar. 

Pedagogización del sexo del niño: Se refiere a la ya mencionada mitificación de la sexualidad del niño a partir de la moral social. El niño no debe buscar placer ni tener prácticas sexuales por cuestiones naturales, pero también por uso social que lo recrimina más allá de la ilegalidad, como algo atípico que no debe suceder.

Si bien a los infantes se les debe proteger con derechos que cubran su integridad humana y su edad sexual real, mantener el sexo como un tabú y algo prohibido solo los hace ignorar un aspecto inseparable de su naturaleza humana y que no implica ningún aspecto que los aleje de vivir su infancia como tal.

Socialización de las conductas procreadoras: Se refiere al control de la naturaleza reproductiva de la pareja para adecuarla a las necesidades de la sociedad en la que vive (procrear o dejar de procrear).

Esto se refiere al control demográfico en el que el número poblacional debe ser controlado.

Psiquiatrización del placer perverso: Todos aquellos señalados como anómalos o perversos por sus prácticas sexuales pueden considerarse también factores al mismo tiempo de estudio y control de la sexualización de los sujetos sociales dominados mediante el sexo.

En este punto podemos pensar en cómo a través de la historia, algunas perversiones socialmente rechazadas dejaron de serlo por la reciente apertura al sexo o por la saturación de la sexualización de las actividades humanas.

En el siglo XVII surgieron muchas de las valoraciones retrógradas en torno al sexo como los matrimonios religiosos, la decencia social y la victimización de los placeres homosexuales por ejemplo.

En el siglo XVIII la tecnología sirvió a la vigilancia de la sexualidad auxiliado por tres ejes principales: la pedagogía que observaba la sexualidad infantil, la medicina que señaló a la mujer, su sexualidad y el cuerpo de la mujer fecundo como un factor mitificado y la demografía que buscó controlar o incentivar –según fuese necesario- el índice de natalidad de la sociedad pues la cantidad de hombres tras la industrialización ya no fue considerado un valor para la sociedad.

Durante el siglo XIX innovaciones como la teoría de la degeneración que mencionaba que la genética de diversas cuestiones como la homosexualidad y enfermedades (entonces consideradas como tales) psicológicas y sociales incitaban la procreación de padres con estas características a perversos sexuales, sustentaron esta especie de control y dominio mediante la sexualidad.

Ya en el siglo XX esto cambió en mucho: la homosexualidad y muchas de las preferencias dejaron de ser señaladas aunque otras continuaron siendo factores para recriminar y someter mediante aparatos diversos la sexualidad de la sociedad.

Los textos nos invitan a reflexionar sobre cómo la dominación social utilizó un aspecto natural e inseparable del ser humano para ejercer su dominio sobre las personas cuando la sexualidad se convirtió en un asunto de Estado y dejó de competer únicamente al área del puritarismo religioso.

¿Cómo someter y ejercer un poder sobre la sociedad utilizando un instinto natural? La respuesta se encontró en diversos mecanismos que se fueron modificando a lo largo de la historia que justificaron bajo diversos criterios ya descritos en los textos variantes de la sexualidad que si bien no prohibían su diversificación, si adquirieron tres valores para ser respetados y obedecidos, la ley, la moral y el control natal.

¿Pese a la apertura de este nuevo siglo hacía la sexualidad, el sexo nos sigue controlando? La diversificación de los estratos sociales ha provocado que muchas de las herramientas de control de la sexualidad sigan funcionando en varias partes del mundo, sobre todo en aquellas regiones más pobres. La globalización y el capitalismo causaron con el paso de los siglos que la diferenciación entre las clases sociales e incluso entre los estilos de vida del mundo entero fuesen cada vez más obvios y marcados.

En los lugares mas avanzados social, ideológica y científicamente la homosexualidad, la normalización y aceptación de que pese a su anatomía los infantes tienen una sexualidad aunque no ejercida como los adultos, han sido algunos de los cambios sustanciales que dejaron de optar como una censura social, el sexo aun es significado de poder.

La publicidad, la erotización del consumo que rige la vida de las sociedades capitalistas como en la que vivimos aun utiliza nuestro impulso primitivo sexual para controlarnos y ahora también para controlar nuestra atención.

Si antes el sexo frenaba, alejaba y era motivo de repulsión en la sociedad, ahora se convirtió en un valor de captación de atención.

¿Qué provocó que el ser humano se convirtiera en un número preocupante para el Estado?, el índice de natalidad que debió de ser controlado cuando el número dejó de ser un valor para la sociedad. Entonces la humanidad perdió incluso la libertad de elegir su número de reproducción, aunque esto fue necesario por todos los cambios que modificaron su estilo y proyección de vida.

También menciona que el  derecho a la vida y a la muerte ya no es un privilegio: está condicionado por el poder, el cual asume la función de administrar la vida, eran los soberanos los que tenían derechos sobre los bienes y servicios pero también sobre la vida.

Las guerras y matanzas llegan a ser vitales en el siglo XIX, se convierte en estrategia el matar para poder vivir, se matan legítimamente a quienes significan para los demás una especie de peligro biológico.

El poder invade la vida, estudia la natalidad, longevidad, salud pública, vivienda, migración, analizan diversas técnicas para obtener el control de los cuerpos y de las poblaciones.

Inicia la era del bio-poder, que fue importante para desarrollar el capitalismo, se ajusta el número de hombres y la del capital, la articulación entre el crecimiento de los grupos humanos y la expansión de las fuerzas productivas para obtener ganancias.

Entonces el poder valora más a la vida, con ella adquiere fuerza, aumenta el trabajo y por lo tanto la productividad, crecen los recursos más rápido y con ello el crecimiento demográfico, lo biológico se ve relacionado con lo político. La muerte deja de agredir a la vida.

El sexo es parte de la vida, de la supervivencia de la especie, y por lo  tanto es cuidadosamente regulada, se persiguen y se castigan las conductas inadecuadas y perversas por poner en peligro las regulaciones de los gobiernos.

Hubo una represión sexual, Foucault planteó que fue la propia sociedad la que creó la homosexualdad, al categorizarla y darle un valor, fue construida y limitada por la misma sociedad, y no nació en la antigua Grecia, la construcción social aparece en la época moderna. Los homosexuales llegan a ser considerados como una especie. Entonces, la homosexualidad –no la práctica, el término que lo define y segrega- es producto de una construcción social que busca gobernar y catalogar el instinto natural del hombre, gran ejemplo de abarcar todas sus variantes.

El autor habla sobre el discurso psiquiátrico, sobre el dispositivo del poder y sobre las tecnologías y prácticas que el ser humano tiene sobre su propio cuerpo y alma.

Parece interesante analizar los mecanismos que justificaron el uso de la sexualidad para diversos fines a lo largo de la historia, ¿Cuál uso tuvo en sus primeras aproximaciones cuando la iglesia lo utilizó como un aparato de control? ¿Cuál fue el punto focal en el que la natalidad debió ser controlada? Y quizá la pregunta más importante ¿Cuándo el sexo sin perder el misticismo creado y construido durante siglos se convirtió en un negocio rentable?

La liberación del sexo en el siglo XX provocó que mediante el morbo ese que buscó evitarse a toda costa durante siglos y ayudó a controlarse en primera instancia el instinto y naturaleza que buscan el placer en la sociedad humana y después auxiliaran demográficamente a las finanzas mundiales no han dejado pese a todo de ser tabú.

Quizá en el siglo XVII un aparato comercial como el de la pornografía hubiese sido inconcebible, también el apoyo a movimientos de liberación sexual, Lésbico, Gay, Transexual, Bisexual, Transgénero, e Intersexual, habrían sido escandalosos y quizá el fin de una marca. Pensemos a los motivos que llevan a las marcas en la actualidad a apoyar a estos grupos, en la historia de la humanidad los temas relacionados al sexo han sido pensados con detenimiento y nunca han dado un paso por mero instinto o necesidad.

Incluso la iglesia católica en la actualidad ha comenzado ha mostrar apertura hacía los grupos con preferencias sexuales distintas.

Desafortunadamente lo más probable es que todos estos cambios que en apariencia son revolucionarios e incluyentes solo sean fruto de estudios de mercado bien sustentados y que al igual que en la historia el sexo en nuestros días tenga tan solo una nueva función: Vendernos un producto.

Mediante el sexo se reduce la naturaleza humana, quizá un buen tema a reflexionar es si parte importante y concluyente del alcance del control de masas, está en la capacidad de domar sus instintos animales relacionados con la búsqueda del placer sexual.

Reducir al ser humano en un ente que aunque no deja de ser animal se encuentra condicionado por algo más fuerte e intangible que los impulsos eléctricos del condicionamiento animal, por lo social. La religión que recrimina al sujeto, la medicina que redimensiona a uno de los sexos y le adhiere valores que sustentan quizá la dominancia varonil. La certeza de que para el Estado el individuo no existe y se convierte en un número activo que si crece o decrece de forma desmedida resulta afectado.

Muestra del nuevo uso económico de la sexualidad se dio el pasado 28 de junio en el marco de las celebración del Día internacional del orgullo LGBTI en el que muchas marcas se unieron al festejo ya sea regalando cosas a los que marcharon o incluso con gestos tan simples y sencillos como modificando sus imágenes en las redes oficiales de sus empresas.

¿Ha dejado de existir el espanto respecto a la homosexualidad en nuestra época?

El orden social ha dejado a decisión del individuo su postura respecto a la homosexualidad con apoyos como la legalización del matrimonio gay (que no afecta incrementando el índice de natalidad de la población).

Incluso la iglesia ha comenzado a tener acercamientos con el tema de la homosexualidad y todo esto en función obedece más a la necesidad económica que a un ejercicio de tolerancia en plenitud y forma.

Foucault nos habla acertadamente sobre temas relacionados con la sexualidad y el poder, y las preferencias sexuales como la homosexualidad con una certeza abrumadora pese al paso del tiempo, aunque no ahonda en este carácter publicitario que menciono en este texto.

Quizá el logro principal para el poder entorno al sexo reside sobre todo en la construcción del hombre como un ente que coexiste con los demás y que pese a que en su naturaleza animal esta la necesidad del sexo, llegue a ser considerado en un momento como un ejercicio ya sea reproductivo o de placer, como un favor, secreto, o hasta un permiso que las reglas sociales le otorgan, aunque el sexo sea una necesidad de la mayor parte de los entes vivos del planeta Tierra.

En conclusión los textos de Foucault enuncian acertadamente las reglas sociales que han ajustado la historia de la sexualidad en gran parte del mundo.

Al gobernar el sexo, gobernamos el instinto de la humanidad y además vendemos la idea de que la sociedad tiene razón y derecho a mediar nuestra naturaleza.

Del texto comparto la asertividad con la que señala cada tiempo o época y la constricción que llevó al enajenamiento actual en el que el morbo por hacer cada vez más disponible el secreto del sexo creó la nueva forma de abordar la sexualidad en ese constructo publicitario que nos invade prácticamente sin restricciones todos los días en todos los medios de comunicación.

En lo personal la lectura de estos textos me hizo pensar que la supuesta aceptación de la diversidad sexual que observamos en nuestro entorno diario no es más que una táctica que se aprovecha de una nueva forma –la de la saturación- de percibir y encontrar al sexo en nuestra realidad tan solo con una nueva función.

La revisión de la historia puede en muchas ocasiones ser un reflejo y espejo de nuestro presente y futuro, sin embargo prácticamente podemos estar seguros de que el sexo no perderá valor ni dejará de ser una herramienta de usos sociales diversos que quizá hoy en día ignoramos. Porque no dejaremos de pensar en sexo mientras nos produzca placer y lo necesitemos para reproducirnos.

Somos seres sexuales y mientras nuestra realidad se mantenga en ese camino el control y comprensión de este tema en el ideal de poder estaremos dominados desde nuestra base existencial. Si bien, el sexo no es lo único que nos define, si es un tema reiterativo que nos provoca curiosidad y lo seguirá haciendo indefinidamente.

Finalmente comprendo la posición del autor desde su naturaleza y tiempo, siendo él homosexual debió de ser muy relevante en su vida el posible rechazo que el constructo social generó en torno de su naturaleza y preferencias sexuales.

Así como la sociedad creó el concepto de homosexualidad, la supuesta apertura moderna ha creado nuevos términos tan solo para catalogar a todo lo definible en torno al sexo.