martes, 4 de enero de 2011

De un sueño y él

Cuando lo tengo de frente, me desata, quedo extasiada, ahora sí quiero correr con fuerza, con ánimo, quiero que vaya a mi lado, que me tenga firme en su pecho, en sus pensamientos, que me vea como yo lo veo, que nos quedemos en pausa para poder pensar mejor, para determinar un por qué estamos juntos.
Me encanta su olor, huele como a pan de naranja a veces como a uva verde, es maravilloso tenerlo conmigo, me siento protegida, contenta, dichosa, es mi pedazo de felicidad que tengo que atender con recato porque es él quien abrirá mis ojos para subir un día en lo más alto del conocimiento, espero encontrar de nuevo su confianza y disfrutar lentamente en armonía, las risas infantiles, los juegos graciosos, y las siestas de los sábados en la tarde que me mantienen envuelta a él, segura y relajada por su aliento encantador.
No idealizaré más, prefiero vivir cada instante, para que en ese momento delibere el vacío que no deja seguir volublemente.
Anda conciencia tú sabes que hiciste mal, las pesadillas no se maquillan, sujeta su mano y pide perdón porque tal vez te despertarás un día llorando, pero él estará abrazándote fuerte y diciendo ¿qué pasa?