jueves, 28 de enero de 2010

De la infancia, columpios y cerezos

Hoy mientras caminaba, mis sentidos se distorsionaron, es la primera vez que disfruto tanto del viento, aquel soplido que con su silencio derrite mi cara y esparce mi cabello como serpentinas de agua, me hizo entender que esos momentos te pueden transportar a lugares de la infancia.
Recordé que de niña imaginaba pastizales, campos repletos de trigo y flores, senderos y colinas atestados de árboles de cerezos, que yo corría hasta llegar a un columpio, ese columpio que siempre ha estado en mi cabeza, que yo me mecía viendo como mis cabellos subían y bajaban, como mi sombra se acercaba y se alejaba sobre la infinita alfombra verde […]




martes, 19 de enero de 2010

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Pasaron dos horas para que despertará de mi pesadilla, esa funesta que contemplaba en ese entonces, no sé cómo fue, pero de pronto ya estaba conversando con él, mientras yo lo único que podía hacer era sonreír.
Reacuerdo su voz amenizando mi cabeza doliente por la resaca, recuerdo que yo casi no hablaba, recuerdo que él casi no sonreía, recuerdo que se despidió.
Al otro día no sabía si lo había imaginado, si mi cabeza lo había creado por ese toque de amargura que el vermú de vino blanco había concentrado en mi cuerpo, no recordaba algunas cosas, aún sigo sin hacerlo.
He creado un ser que se encuentra en mis sueños, que no se lee en los libros, que no se encuentra por ahí entre calles y ciudades, se encuentra en mi fantasía, en mí, en mí dulce memoria.
A veces me recuesto y me ahogo entre oscuridades, despierto por la luz de la luna que se colisiona con mi cara empalidecida y atolondrada, tengo el primor de observar algún detalle en las paredes o en los techos, y de prender alguna lámpara y comenzar a hacer figuras en los muros con las sombras de mis manos, tengo la astucia de imaginarlo a él, de imaginarlo sentado, ahí recargando su cabeza entre mis muslos, con los ojos fijos hacia los míos, de tender mis manos sobre su cara, y de tocar su cabello.
Hemos creado un juego espeluznante, de obsesión y locura, da igual, el mundo siempre me ha dado dolor de cabeza, él y yo nos hemos quedado atónitos uno frente al otro, mi dulce creación, se queda plasmado a mi lado sin una sonrisa porque la ha perdido en algún lugar del camino, ambos permanecemos sin hacer nada, sólo estamos ahí viéndonos, tocándonos, juntos formamos un paraje de armonía, porque ya nada nos puede hacer daño, porque nuestro sueño es el mismo y si queremos no despertamos.
Llegaste cuando mi aliento estaba bañado por alcohol, en una tarde fría con relámpagos, y uno que otro estornudo en mi nariz, llegaste para desaparecer mi congestión, mi estado anímico que permaneció inmóvil por más de un año, ya estaba harta de esas pastillas que sólo me dejaban falleciendo, como si no estuviera aquí.
Desde entonces el sueño profundo al que todos las noches le soy fiel, me deja tranquila, sin ninguna preocupación, sin ningún bom bom en mi cabeza, liberaste la pesadilla que a las dos de la mañana me despertaba sólo para pelear y contagiar mi sueño, llegaste para dormir sobre mí, para tocar mi mano.