La Ciudad de México revivió una de las catástrofes que marcaron la vida de miles de familias, pero 32 años después, entonces un sismo de 7.1 Richter pulverizó algunos edificios y desconsoló los corazones de los mexicanos.
Quién diría que viviríamos algo similar, y no voy a compararlo porque no viví el del 85, pero lo que sentí me llenó los ojos de lágrimas.
Lagrimas de tristeza por los damnificados y por los muertos, y lágrimas de esperanza por ver a miles de hombres haciendo tareas de rescate, por ver a mi país luchar por levantar lo que alguna vez fue escombros y hoy será historia.
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