miércoles, 15 de diciembre de 2010

Vejez perdida

Hace unos días me despedí de la muerte, sé que era ella, estaba ahí, delgada sobre el hueso de él, mirándome, no sonreía, ya andaba roto del ánimo, estaba en silencio con los ojos hinchados, brillaban como el cristal, se despedía de mí, de todos, de alguna forma él sabe que lo prenderá del alma, no olvidaré el rostro de él, su voz, su fuerza.
Las manos delgadas y cansadas por trabajos forzados se despidieron de mi hace unos días, desde que era un niño ya la pasaba mal, trabajaba en un huerto de limones, fue por eso que la columna años después se deterioro, la maquinaría del lugar lo dejo sordo, él siempre será de admirar, sé que estará bien, tus recuerdos en mi cabeza pasarán de generación en generación, todo lo que viviste queda en cartas y objetos que estarán en el baúl con memorias de otros hombres inmortales…

Te amo Abuelo Salvador.


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